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Muchos piensan que basta con pegarse unas alas a la espalda y hacer como si fueras una mariposa, agitando los brazos como si revolotearas. Ser hada es mucho más difícil. Que se lo digan a las Winx. Que se lo digan a Claudia, que a sus cinco añitos ya sabe lo que es ser un hada.
Zumo estuvo en su fiesta de cumpleaños, y vio llegar a Layla y Stella. Ellas son dos de las Winx. La divina Stella y la obstinada Layla acompañaron a los niños en un sinfín de juegos que sirven de entrenamiento como hadas.
Jugaron a ser diferentes animales, con los ojos vendados, y así aprendieron a escuchar para poder encontrar a su pareja por la sala entre tanto ruido. Cantaron las canciones del bosque, que requerían de la colaboración de todos para que el conjuro funcionara. Participaron en una carrera de caballos salvajes, recreando sus sonidos. Y se convirtieron en pececillos intentando escapar de la red.
Más tarde encontraron el arco iris, un gran paracaídas de colores. Lo desplegaron y se convirtió en la bonita falda del hada del viento. Claudia se la puso y, con sus brazos, manejó las tempestades y las suaves brisas, mientras sus amigos agitaban el paracaídas, pendietes de sus movimientos.
Claudia disfrutó muchísimo, se partió de risa y, sobre todo, se esforzó, como una buena hada, para que sus amigos pasaran un momento inolvidable en la fiesta de su quinto cumpleaños.