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Rubén cumplía un año, algo importantísimo para su familia y amigos y quería celebrarlo como se merece una fecha tan significativa.
Daris, la mamá de Rubén, estuvo buscando durante mucho tiempo alguien perfecto para el cumpleaños de Rubén, pero no valía cualquier persona. La mamá de Rubén sabe que a él y todos sus amigos les encanta Pocoyó. Así que buscando y buscando se encontró con la payasa Kirri, jugando con Elly, Pajaroto, Loula, Pato y con el propio Pocoyó, y se decidió por ella.
Cuando Kirri llegó al lugar indicado se encontró con unos niños muy juguetones que la recibieron con los brazos abiertos. No paraban de hacerle preguntas, ¿De dónde vienes? ¿Es verdad que conoces a Pocoyó? ¿Qué te ha contado? ¿Cómo es? ¿Dónde vive? ¿Sois buenos amigos? Y un sinfín de preguntas más.
Pocoyó le enseñó a la payasa Kirri un montón de juegos para que jugase con Rubén y sus amigos, pero lo primero de todo era pintarnos la cara y decorar la sala con los dibujos que Pocoyó nos había dado de él y sus amigos.
Lo que empezó siendo una fiesta normal se convirtió en la fiesta del zoo, ¡había de todo! Dos mariposas chulísimas, gatos, leones, leopardos, tigres… ¡Ya estaba todo listo para empezar!
Hicimos carreras de animales, carreras en las que derrapaban y carreras que iban a cámara muy lenta, a dos patas, a cuatro, nadando, reptando, volando, saltando…
Los amigos de Rubén disfrutaron escuchando el cuento que el increíble Caracuajo y el León GranMelenon les contaron. Vivieron una aventura llena de momentos emocionantes en torno a una charca, hicieron un viaje al castillo del rey todos juntos y, lo más importante, sintieron el valor de la amistad.
Jugamos a salvar las vidas de pequeños pececillos que eran atrapados por una red enorme…también salvamos la vida de unas inofensivas mariposas que iban a ser devoradas por las gallinas.
Cantamos y bailamos al son de El Arca de Noé recordando todos los animales desde el gran orangután hasta el pequeño topo.
Además, Pocoyó le dio a la payasa Kirri su elemento favorito de la naturaleza: ¡un arcoíris! Estaban que no se lo creían, ¡era increíble! Todo eran sonrisas, carcajadas y gritos de emoción. Jugamos a muchos y muy divertidos juegos, y al final de tanto jugar, hicimos del arcoíris nuestro escondite, nuestro rincón preferido y bajo él Rubén y sus amigos escucharon el cuento que Pajaroto nos trajo de su amigo el medio pollito.
Sin duda, un cumpleaños exprimido al máximo y con muchas vitaminas, para que Rubén y sus amigos crezcan fuertes, llenos de sonrisas y bonitos recuerdos que nunca olvidarán.
Pintando
Escuchando historias y aventuras bajo el arco iris
¡Y disfrutando todos juntos!